(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 24 DE JULIO, 2020-EL JORNAL). La llegada de Bryan Ruiz ha generado enormes expectativas entre los aficionados manudos, pero si la dirigencia y los seguidores enfocan mal el lente, terminarán extraviados.
Se sabe que el mediocampista es una gran futbolista y lo ha demostrado en Costa Rica, Bélgica, Holanda, Inglaterra y en dos Copas del Mundo, no obstante, el que sea un líder no lo convierte en un salvador.
Y hasta ahora percibo que una buena parte de la hinchada rojinegra lo ve a sí: como su mesías, como el hombre que se echará encima esa pesada carga de siete años sin títulos, y que de la noche a la mañana cambiará todo.
Lo anterior solo sucede en los cuentos mágicos y aunque Ruiz tiene magia, y mucha, en su juego, necesitará de la complicidad de sus compañeros, por la sencilla razón de que el fútbol es un deporte colectivo, el situación que se olvida a menudo.
Al talento de Ruiz tendrá que sumarse el de Álex López, el de Ariel Lassiter, el de Jonathan Moya, el de Jürgens Montenegro y así el resto del equipo.
Eso es: Alajuelense tiene que recobrar su sentido de equipo. Tienen que volver a soñar que la unión de destrezas y talentos los llevará a la cima. Lo contrario sería soñar despierto y esta forma de soñar suele terminar en el despeñadero.
Y lo primero para la Liga será jugar bien, convencer, un proyecto común y a partir de aquí aspirar a todo lo que esté en la palestra. Ponerle el san benito a Ruiz de que debe en los próximos meses alcanzar el título número 30 es un error descomunal. Es poner, como decían nuestros abuelos, la carreta delante de los bueyes.
Carevic y compañía lo saben de sobra. Los que quizá no lo tengan del todo claro son los dirigentes y un amplio sector de la afición.
Con Ruiz, Alajuelense recupera liderazgo dentro y fuera del campo y un emblema en el que pueden mirarse los más jóvenes. Y si algo le ha faltado al equipo manudo en los últimos años es un capitán que con solo una mirada sea capaz de comunicar con destreza y contundencia lo trascendental del momento.
Lástima, para los intereses rojinegros, que prescindieron de MCDonald, quien habría sido el socio perfecto para el talento exquisito de Ruiz.