(MIÉRCOLES 29 DE SEPTIEMBRE, 2021-EL JORNAL). La Liga se queda fuera de la Concacaf en una noche desastrosa, que pasa mucho por el banquillo, que hizo tres cambios al 59, y dio la idea de que el partido estaba resuelto a falta de 30 minutos para el final.
Al quitar toda la tensión, el equipo se relajó y sobrevino el sismo de 8,9 grados en la escala de Ritch-Marín al 89, cuando no había tiempo para nada.
No se puede celebrar hasta que el árbitro pite, dice la sabiduría popular, no obstante, Alajuelense olvidó este principio y le dio alas a un adversario que es todo corazón, pero con tantas limitaciones que en Costa Rica jugaría con dificultades en la Segunda División.
Sin Concacaf. Sin Champions. Así quedó el todopoderos equipo de Lleida. Por eso siempre he sostenido, que una situación es la teoría y los despachos, donde todo puede pintarse perfecto, y otra la realidad de la cancha, donde, una vez que el balón rueda, se pone en marcha un universo en sí mismo, con sus propias reglas, sus meandros, sus volcanes y sus valles, y nadie, absolutamente nadie, puede demostrar que en ese contexto dos más dos son cuatro.
Alajuelense pareciera desconcer esta realidad, y ayer hizo un ridículo inadmisible, que bien puede dejar tocadísimo al técnico Luis Antonio Marín. Un entrenador que quiere hacer carrera en un grande como la Liga, no puede darse el lujo de tirar por la borda una clasificación que estaba más que amarrada, pero para ello se requiere estrategia, un plan de juego, y consistencia en las decisiones.
Daniel Guzmán, entrenador mexicano del Guastatoya, resumió a la perfección lo sucedido: “Es una lección de vida”.
Lección que los rojinegros no olvidarán nunca y cuyas consecuencias podrían conocerse más pronto que tarde, porque si tenés el partido a tus pies, no podés salir con un domingo siete.
Batacazo en toda regla, así lo registraron los sismógrafos del OVSICORI.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez
