(JUEVES 18 DE MAYO 2023-EL JORNAL). Es un genio de los banquillos. Lo ha ganado todo, como si fuera tan fácil, como si estirase un brazo y tomase una Champions aquí y otra por allá. En las conferencias de prensa suele dar clases maestras de cómo debe comportarse un técnico.
El universo de Carlo Ancelotti es envidiable, único y prácticamente irrepetible.
Nada de eso lo salvará de salir por la puerta de atrás del Real Madrid. La derrota de ayer ante el Manchester City le condena. Se equivocó de principio a fin. El plan de partido, 24 horas después, nadie lo entiende. ¿Defender? ¿Jugar de igual a igual? ¿Ceder la iniciativa para contraatacar? En realiad, a parte de Ancelotti nadie lo sabe.
Perder está en el cálculo de cualquier equipo: con gloria o sin ella, pero caer derrotado como lo hizo ayer el Madrid no tiene perdón dirigencial y por eso Ancelotti, que soñaba con salir del club blanco como gloria y júbilo, como se lo merece, tendrá que hacerlo por la puerta lateral del parqueo de Valdebebas.
La grandeza del Real Madrid está justamente ahí: no hay términos medios. Y Ancelotti erró en la hora grande, pese a inmaculado historial.
La lógica indicaría que un partido no puede marcar una temporada, pero es que el de ayer no era un partido: era el partido y con base en ello es que Florentino Pérez tendrá la difícil decisión de buscar técnico, al tiempo que requiere reforzar zonas del campo clave como la necesidad de un centro delantero, un contención que acompañe en el mediocampo y dos laterales.
En el mundo de la mafia hay un término de sobra conocido: omertá. Aquel que delata a uno de los suyos, está condenado. Ancelotti, con el dolor que eso supone para los madridistas, se delató a sí mismo y, por lo tanto, no creo que haya contrato que lo salve.
El Real Madrid puede perder, pero nunca debe dejar de competir, y ese fue el pecado capital en el Etihad. Ancelotti, se mire por donde se mire, está sentenciado.