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Alajuelense cerca de superar la maldición del cometa

(JUEVES 17 DE DICIEMBRE, 2020-EL JORNAL). El fútbol de hoy está teñido de tácticas y estrategias. De ecuaciones cuánticas. De pseudolenguajes que no los entienden ni quienes los emiten. Y se le ha dotado de una semiótica tardía e innecesaria.

Y el mejor fútbol no pasa por ese tamiz, sino por el del potrero, por el de la calle cuando en aquellos tiempos se jugaba al balón gritando que eramos Pelé, Kempes, Bekembauer, que eran los nombres que circulaban en aquel imaginario.

Y la polémica en el fútbol es inherente a este deporte. Veo que los periodistas se escandalizan porque el entrenador del Herediano los riñe y los desafía. A ratos Jafet Soto se extravía, pero está bien porque eso le pone pimienta al verbo insulso y al fútbol plano.

No obstante, todo lo anteior, el mejor lenguaje del fútbol es la pelota. Sin la pelota no se va a ninguna parte. Y para tener la pelota hay que cultivar el talento. Se recupera la pelota y qué hago con ella. ¿Me voy hacia atrás porque esa es la moda? Eso sí que podría llamarse “antifútbol”, un término que no aparece en el Diccionario de la Lengua Española y que sobrevuela hoy el fútbol en todo el planeta.

Más allá de la retórica imperante, el balón, el atrevimiento y el talento seguirán imponiéndose.

La jugada del gol de Alajuelense es una muestra inequívoca de ello. Jurgens Montenegro se inventó y gestó ese tanto, solo que le pidió a Alonso Martínez que el le pusiera la firma final.

Sí, señores, el fútbol se juega con un balón al que no hay que rehuir. Anoche Alajuelense se resguardó en ciertos flancos, pero siempre tuvo criterio con la pelota. A lo cual le añadió  intensidad y entrega. Bryan Ruiz, por ejemplo, reivindicó que la función del capitán va más allá de portar ese brazalete y sudó tanto o más que sus compañeros.

El viejo lenguaje del fútbol siempre vuelve: ‘toco y me voy’ , pierdo la pelota e inmediamente presiono, si alguien sale de su puesto, entra su relevo. Intuyo e intercepto. Movimientos automáticos.

El fútbol, que necesita de la polémica fuera de la cancha, porque para este deporte la palabra es su aire, siempre termina por resolverse donde debe ser: en la gramilla.

En esa medida, Alajuelense lo demostró anoche, al ser superior a Herediano, sin desplegar tampoco mayores destellos.

El mejor manual del fútbol es querer jugar bien. Y se juega bien cuando se tiene criterio con la pelota, incluso cuando no se tiene más que el adversario. La cuántica del fútbol, toda esa parafernalia para hacerlo más complicado, se neutraliz con el balón.  Y en la capacidad inmensa que tiene el balompié de deparar sorpresas.

Por esa capacidad infinita para quebrar los guiones, aunque los manudos estén muy cerca del título, tienen que saber que el fútbol es el arte de lo impensado: y que en 90 minutos su universo puede desplomarse como un cometa fugaz.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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