(SAN JOSÉ, 21 DE FEBRERO, 2014). Viendo la otra noche el canal norteamericano de noticias CNN en español sobre la situación interna en Venezuela, todo parece indicar que las cosas en ese país van mal o, podrían estar muy bien, dependiendo de si el sillón que se ocupa frente al escenario de la historia es de oro macizo o simplemente madera.
La inseguridad ciudadana, los bajos salarios, el acaparamiento de productos de primera necesidad y la inflación –es sintomatología exacta de lo sucedido al gobierno chileno de Salvador Allende en 1973-, resultaron todos y otros más viejos problemas en disparadores perfectos para los opositores del proyecto político.
Por la amplia cobertura que CNN dio a los acontecimientos del 12 de febrero pudo apreciarse perfectamente vehículos incendiados y edificios chambuqueados por las bombas Molotov lanzadas por “pacíficos” manifestantes que gritaban ¡paz¡ ¡democracia¡ ¨¡libertad¡. Las imágenes son elocuentes: por allí lo que menos pasó fue paz y sí hubo sobrada libertad para los amantes del humo y el fuego.
Las imágenes televisivas parecen indicar que Venezuela salió premiadita con el más reciente “premio mayor” de la versión “tropicalizada” del “democrático” ensayo ideado por Estados Unidos y la Comunidad Europea para Ucrania.
Así, para quienes ocupan el sillón de reluciente oro en este lado de la historia el sueño es la Venezuela socialcristiana de Copei o socialdemócrata de Acción Democrática, cuando todo estuvo mejor en los cultivados tugurios y miseria sobre los pelados cerros de Caracas. Esta visión de mundo convierte todo sueño en soberbia y no en humildad, hace ver la violencia como paz, el fuego de las Molotov es libertad.
Desde el otro sillón de madera, la historia es el sueño en cuanto que el pasado pasó y que en el futuro, construido con todos los yerros propios de la fortaleza humana, no tiene por qué ser prostituta la hija del obrero. Sí, son sueños con sobresaltos, pero, ¿cuándo el ser vivo deja de soñar, aunque los mismos dioses fantasmagóricos vengan con tazas repletas de insomnio y veneno?
En medio de esta realidad complicada, como complicada es la gente que no es genio y aun sabiéndolo insiste en construir su historia, el expresidente y galardonado premio Nobel de la Paz, Óscar Arias Sánchez, explica hoy una Venezuela viendo paz entre los manifestantes que casi queman Caracas y a un gobierno que “reprime la crítica y la disidencia” (La Nación 14/2/2014).
Periodista, abogado y notario UCR.