(JUEVES 12 DE DICIEMBRE, 2024-EL JORNAL). Mientras los satélites de la NASA hurgan en los anillos de Saturno y Florentino Pérez, así como la Premier League, habla de la necesidad de contar con estadios virtuales para llevar al fútbol a otro nivel, en el campeonato costarricense damos pasos agigantados hacia atrás y volvemos a las discusiones propias de los años 80, con canchas en mal estado, el viejo truco de perder tiempo y la idea de que vale ganar a toda costa y a cualquier precio.
Lo menos de lo que se habla, después de la serie entre Alajuense y Herediano, es de fútbol y es que en criterio de Alexandre Guimaraes se debieron reponer, entre los dos tiempos, al menos 30 minutos, porque los florenses llegaron a perder tiempo.
El técnico manudo, como nunca antes, se expresó en fuertes términos, al punto que dijo que por esta vía no se llega a ningún lado y que así, a él, no le interesa ganar, que Costa Rica debe pensar en el espectáculo.
La raíz de todo el mal está en la forma en que se juega el torneo: un equipo como Herediano, que entró cuarto, con el favor y la complicidad del Cartaginés, hoy es finalista y podría ser campeón nacional. Un Saprissa ,que anduvo irregular todo el torneo, hoy está en una final más y a medio paso de pasar a disputar directamente el título.
No es un certamen que premie al mejor, sino al que en cuatro partidos sea capaz de ganar aprovechando determinadas circunstancias. En los campeonatos serios como España, Alemania, Portugal, Italia e Inglaterra ese tipo de situaciones no suceden.
En Costa Rica no se premia la regularidad, sino la astucia, no se premia, necesariamente, el buen fútbol, sino la malicia de torcerle el brazo al contrario con todas las artes a disposición.
Seguimos pensando que vale a ganar a cualquier precio. La nobleza, la lealtad y el juego limpio están prohibidos en nuestro fútbol, que cada vez es más se parece más al fútbol-lumpen, donde incluso, si fuera necesario, salen a relucir las navajas.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL