(MIÉRCOLES 20 DE NOVIEMBRE, 2024-EL JORNAL). Ramón Luis Méndez, fallecido hoy, se convirtió en un personaje del fútbol nacional. Se le recordará, sobre todo, por su etapa de comentarista arbitral, más que vestido de negro en la cancha.
Era tarjetero. Enérgico y así escondía una faceta que descubrí por sus amigos Kristian Mora y Erick Lonnis: su gran sentido del humor.
A partir de ese descubrimiento, empecé a juzgarlo de distinta manera. Como árbitro no fue muy bueno, pero tenía carácter y eso le permitió salir adelante.
En el Mundial Juvenil de Qatar, en el juego entre Brasil y el seleccionado anfitrión, Ramón Luis terminó el partido antes y como contó, años después, fue el guardalínea el que le hizo una seña de que había tomado una decisión errónea. Fue el periodista Fabio Vega, entonces de La Nación, el que remarcó el hecho en una de sus crónicas.
Ni como árbitro ni como comentarista, Ramón Luis era muy bueno, pero en su segunda faceta tuvo un mérito enorme: hacer valer su criterio, sin importar si agradaba o no a sus colegas. Así se hizo, con mucha constancia, un nombre dentro del ambiente futbolístico nacional, que, sin ninguna duda, va a extrañar sus cabezonadas.
Al principio no me agradaba su estilo, hasta que descubrí que eso era un caparazón, que el Ramón Luis de carne y hueso era simpático, capaz de tomarse dos litros de Coca Cola de una sentada y un hombre con humor para bregar en la vida.
Le echarán de menos los televidentes y los radioescuchas, porque hasta ahora el resto de comentaristas arbitrales andan muy lejos: no solo no son muy buenos en su área, sino que carecen de la contundencia y la claridad que un puesto así demanda.
Ramón Luis entendió muy bien qué significaba estar en un medio de comunicación, tanto en el aspecto más serio, como en aquellos en que no pasaba nada si se le bajaba el pie al acelerador.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL