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Fiesta de goles

(VIERNES 26 DE JULIO, 2024- EL JORNAL). La fiesta de goles que se vivió anoche en el Ebal Rodríguez merece un brindis y enciende una luz de esperanza de que ese fútbol conservador, mezquino, pobre y predecible, se puede trocar en espectáculo e ilusioón.

Era un partido con expectativas modestas. Imaginábamos a un Pérez Zeledón metido en su propio campo y a un Santos discreto, que buscaría el gol con muchas precauciones.

Para sorpresa de todos y alegría de los que amamos el fútbol, el juego se convirtió en una lluvia de goles, tres por bando, lo cual resalta la impotancia que tiene el gol en este deporte, que entre tanto bloque —bloque bajo, bloque medio, bloque alto– se olvidó que el objetivo primordial de un partido son las anotaciones.

Y a partir de los goles, nadie se va ir a hurgar en los errores. Los errores son parte del fútbol, como son parte de la vida misma, por eso no hay ningún deporte que se parezca tanto a la vida como el balompié.

Cuando hay goles, como sucedió anoche, y con repartición de puntos, más allá de los ajustes, los dos equipos han de sentirse satisfechos, cada uno con sus matices, desde luego.

Luis Fernando Fallas ha de haber salido conforme, porque su equipo fue capaz de salvar un 3 a 1, y Julio César Dely Valdés porque tres goles significan que hay capacidad de definición en el frente de ataque.

Y los aficionados que siguieron el encuentro en el estadio y por Tigo Sports disfrutaron de muchas emociones y alternativas, seis de las cuales terminaron en la red.

Si los equipos se dedicaran a jugar más y a pensar menos en cómo evitar los goles, la cantidad de aficionados en los estadios empezaría a cambiar de forma radical, y no exagero en la afirmación.

Goles son amores, que no buenas razones. Un aplauso de estadio para Santos y Pérez Zeledón. !Música maestro, que empiece la fiesta!

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL

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