(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 04 DE SEPTIEMBRE, 2020-EL JORNAL). “El futuro del fútbol está en el pasado” afirma Ángel Cappa, para recordar que el fútbol siempre será creatividad, técnica, imaginación e improvisación y paredes.
¿Paredes? Saben los jóvenes qué es una pared. Parece un término en desuso. Los de ayer, los de antes, jugaban a hacer paredes. Qué concepto tan anticuado dirán algunos. Porque hoy lo que cabe es hablar de presión, de bloque bajo, de bloque medio, de reducción de espacios, de línea de cinco en el fondo.
La pared, sin embargo, no solo es en sí una metáfora, sino que también es una jugada en la que está condensada la esencial del fútbol: recibo, toco y me desmarco. “Toco y me voy” dice Capa en La intimidad del fútbol, un texto bellísimo, de colección, una pequeña biblia que hay que andar siempre debajo del brazo, como hacen nuestros hermanos los Testigos de Jehová.
Para lograr la pared perfecta se requiere imaginación, precisión y apelar al arte del engaño, que es fundamental en el fútbol. Es decir, vengo por aquí y salgo por allá, me apoyo en el compañero y zaz, desarmamos al adversario.
En nuestro fútbol quedan destellos, cada vez menos, de esa picardía, de ese improvisar sobre la marcha para confundir al rival. Jonathan McDonald ante Pérez Zeledón, el miércoles 2 de septiembre, en el primer gol, es un ejemplo de ello: se da vuelta en un radio limitadísimo, se acomoda la pelota de taquito y remata al palo más cercano del portero, con lo cual sorprende a todos.
Sí, sorprender es otro de los pilares del buen fútbol. De ese fútbol que se aleja del exceso de táctica y estrategia. De ese fútbol que se vuelve previsible porque en muchos casos ha ponderado al robot por encima del ser humano que es capaz de decidir en milésimas de segundo para tomar un camino imprevisto.
Si no retornamos al fútbol invención. Al fútbol de predestigitadores, capaces de sacar el conejo azul de la chistera, caeremos cada vez más en esos partidos en los que nada pasa. El balón va, viene, recupera el adversario, pierde la pelota en la primera acción y vuelve a empezar el calvario sin norte y sin rumbo.
Al fútbol hay que devolverle sus raíces que ponderaban la técnica y la inteligencia. De nada vale tener mucho potencial en una línea, como en el ataque, si no se tiene a aquellos jugadores que la respalden y la pongan a funcionar como si fuera un reloj suizo.
Es lo que le pasa a San Carlos, por ejemplo, que tiene un ataque de lujo: Julio Cruz, Jorman Aguilar y Javon East. Tres náufragos en espera de un salvavidas.
Hay que repensar el fútbol para que pueda mirarse en el espejo de las esencias.
“El futuro del fútbol está en el pasado”: no es una frase al uso. Encierra muchos significados. Valdría para un curso completo de interpretación de textos. Y si lo dice Cappa, yo la firmo.
*El autor es periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.