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Lo mal que escriben los abogados

Pablo Salazar*

POR PABLO SALAZAR

(MARTES 11 DE FEBRERO, 2025-EL JORNAL). Como trabajador y lector tengo que revisar y leer textos jurídicos.

En Costa Rica, es espantosa la incapacidad, en cuanto a redacción, de un grupo numerosísimo de abogados. Cuando tengo al frente un texto escrito por un abogado (incluimos a las abogadas, verdad) puedo asegurar —«prima facie» como dicen ellos— que las letras van a ser incomprensibles. Incomprensión de cómo está redactado aquello, y no por dificultad del contenido del lenguaje técnico.
A ver, un mecánico, para trabajar bien, querrá la mejor de las llaves; un deportista adquirirá, dentro de sus posibilidades, unas magníficas zapatillas; un odontólogo conseguirá una perfeccionada pieza de mano de alta velocidad; el conserje, lo buenamente útil; el chofer, lo cómodo, lo propio; el locutor, lo que embellezca su voz… Solamente en el derecho —en ninguna otra profesión lo he visto— la preocupación por tener un conocimiento, ¡mínimo!, de cómo acomodar y dividir un sujeto y su predicado, es inexistente.
En general, el abogado es un único profesional que no tiene ningún interés en la (buena) calidad de su herramienta de trabajo.
El derecho es un edificio lingüístico. Es con la lengua (española) que se trabaja esa materia. Y puedo decir, sin temor a equivocarme, que la enorme mayoría de abogados no saben articular el idioma. Y algunos —un grupo grande— están cercanos al analfabetismo. Sumemos que hay una reducción lamentable del vocabulario y, muchísimas veces, a este empequeñecimiento lo acompaña la reducción de las ideas. Caray, que estos fenómenos van juntos.
Y no es que se pida belleza y entretención; no es que uno quiera pasarla bien con un texto jurídico (¡qué sería todo un detalle si se lograra!), no. Es que lo que se requiere, y agradece, es, sencillamente, que se entienda qué es lo que se escribió.
Termino, para no cansar: Esta deplorable realidad se ubica en toda condición del quehacer legal. El daño lo encontramos entre los integrantes del primer año de la facultad y algunos de los hacedores de lo más exquisito de la doctrina. Todo lo que cabe en ese abanico.
Aquí lo dejo.

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