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Los buscadores de oro

(JUEVES 12 DE NOVIEMBRE, 2020-EL JORNAL). Eduardo Galeano, autor del célebre libro Fútbol a sol y sombra, decía que él había llegado a ser un menesteroso del buen fútbol. Y que iba por los estados del mundo mendingando un regate, un tunel, una pared de lujo y solo le faltó a agregar una “rabona”, quizá porque en su tiempo, entre el 70 y 90, esa jugada tenía otra denominación.

Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece”.

El milagro al que apelaba Galeano sucedió ayer en el minuto 48 en el juego San Carlos-Pérez Zeledón.

El equipo norteño hilvanó una jugada desde su defensa toque, toque, toque, pared, toque, desplazamiento, toco y me voy, ritmo, carnaval, técnica, pared fortuita, pared, pared, y gol de Wilmer Azofeifa. Una joya.

Si se hiciera el ranking de jugadas del Apertura 2020, la acción de San Carlos estaría entre las mejores del torneo, por el juego coletivo desplegado.

De esta forma, ese milagro al que aludía el gran Galeano, –quien escribiera Las venas abiertas de América Latina, con una cantidad de información equiparable a nuestros tiempos de Internet–, se hizo posible y nos obliga a una reflección más honda.

¿Por qué este tipo de jugadas son la excepción y no la regla? ¿Será que las pizarras siguen matando al fútbol? ¿Será que ese discurso que quiere tener robots y no jugadores en el campo es el que vende sueños en los camerinos? La siguente frase parece trillada, pero tiene magia: “Salid, y divertiros” le dijo Cruyff a sus jugadores del Barcelona en la final de Champions en el 92 ante la Sampdoria. “Salid, y haced lo que sabeis hacer”, le dijo Beckenbauer a sus pupilos en la final de Italia 90.

La ciencia está en que cuando el balón corre surge todo un universo con sus códigos, sus secretos, sus intuiciones, sus conexiones, y entran en juego la suerte y el azar, capaces de invalidar la táctica y la matemática juntas.

Milagro ayer en el estadio del Barrio San Martín en San Carlos. Minuto 48. Fútbol como el de antes, hoy desechado por los que van con tables y GPS al campo.

Y sí, señor, Galeano, vuelve usted a tener razón: “El fútbol es la única religión que no tiene ateos”.

 

*Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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