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Lleva el atletismo en la sangre

Óscar Reyes fue operado de un riñón y espera volver al asfalto.

 

(Acosta, 09 de octubre de 2012, 2:20 p.m.). Óscar Reyes, oriundo de La Fila de Palmichal de Acosta, asegura que desde que tiene memoria le gusta correr, actividad que ha practicado durante la mayor parte de su vida, y cuyos orígenes se rastrean desde que era un niño.

Dejaba que faltaran 15 minutos para que sonara la campana de entrada a la escuela de Palmichal para “pegarse una carrera” y llegar al filo de las 7 a.m., porque para él correr era como el aire que respira.

Reconoce que hizo un intento por ser futbolista, pero que en el primer partido lo dejaron en banca y por más que lo intentó no hubo forma de que lo incluyeran en el equipo, por lo que se dijo: “nunca más”.

Ya, de todas maneras, el atletismo tiraba duro en su corazón. Hoy, más de 30 años después de sus andanzas en carreras cortas, media maratón y maratón, está temporalmente retirado, debido a que tuvieron que operarlo de un riñón a comienzos de 2012.

No hay una versión oficial, pero algunos entendidos en salud le explicaron en el hospital que es probable que el no haberse hidratado de manera adecuada durante largo tiempo, repercutiera en su dolencia y en la situación extrema de que le extirparan el riñón izquierdo.

Luego de tres meses de reposo y recuperación, ya empieza a recuperar su forma y el entusiasmo, y de nuevo el sueño de este hombre, que fue mensajero y cogedor de café, es poder volver a correr un día. A sus 58 años se siente en condiciones de regresar “al asfalto”, donde dice sentirse el hombre más feliz del mundo.

“El médico me dijo: ‘está muy bien, siga así y va a poder correr”, contó la tarde en que EL JORNAl lo visitó en su casa de Cañas de Tabarcia en compañía del ingeniero Minor Calderón, amigo y admirador desde que era un niño.

Ahí, al lado de su familia y amigos ha superado poco a poco el temporal que supuso su enfermedad y ya se le ve en las salidas de las carreras. Así por ejemplo, estuvo como espectador en la carrera de la prensa del domingo 16 de septiembre.

 

UN FIEBRE

 

Reyes cuenta que para la época de la recolección del café muchas veces se regresaba de Limonal, Santa Elena o Río Conejo corriendo, y eso lo hacía en promedio tres veces por semana, a pesar de que ya el trabajo era extenuante.

En una ocasión, para la temporada del café en Santa Elena organizó un equipo que ganó una carrera de relevos en Turrialba. De ahí que su fama en los años ochentas estaba en su apogeo en esos días.

Los pobladores de la región por lo general lo veían pasar. Siempre mantuvo la humildad para no negar el saludo, incluso en aquellas situaciones cuando ya el desgaste era notable y el simple saludo significaba un uso de energía adicional.

“hoooooooo”, “eeeeeee”, “hooooo”, “eeeeeeeee”, eran algunos de las expresiones que empleaba al paso por los pueblos y cuando ya iba rumbo a su Palmichal natal.

Por ese espíritu abierto siempre cosechó muy buenos amigos en las competencias, en las que al principio sufrió porque necesitaba más preparación.

Recordó que una de las primeras carreras la hizo entre Palmichal y Acosta, y que en una de ellas Orlando Arias le sacó más de un kilómetro de ventaja.

-No, eso no me vuelve a pasar, se dijo.

Mientras iba por Chirraca las campanas que anunciaban el ingreso de Arias a San Ignacio empezaron a sonar y él apenas si iba a subir el resto del trayecto.

Se propuso una revancha y al año siguiente la consiguió.

 

MEDALLAS Y RECUERDOS

 

Su  casa en Cañas de Tabarcia está llena de medallas, trofeos y recuerdos, fruto de su paso por decenas de competencias a lo largo y ancho del país.

Si saca la calculadora y empieza a hacer una suma cuidadosa, Reyes considera que debe de haber participado en por lo menos 700 carreras.

Una parte de la sala de su hogar está reservada para guardar lo que es su tesoro: medallas de las más variadas competencias.

Los trofeos también se acumulan en meses y otros rincones, y los conserva como lindos recuerdos de sus mejores años.

Llegó a hacer un recorrido a Cartago que entre ida y vuelta eran más de 60 kilómetros. Incluso un día su madre Hermelinda, de tanto ver a él y a su otro hijo, Reiner, siempre entusiasmados por las competencias, decidió participar en una carrera entre Tres Ríos y San José.

La mayor parte del trayecto lo hizo caminando, pero ese día fue el centro de atención por los años, dado que ya tenía 79.

Con la esperanza de reponerse de su serio quebrando de salud, Reyes sueña con el día en que se despierte y se vean en medio del grupo de corredores y de nuevo rumbo a la meta.

 

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