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El lenguaje del fútbol

 

EL PLACER DEL TEXTO

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José Eduardo Mora*

 

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 13 DE MARZO, 2015-EL JORNAL). Leo con estupor que los jugadores de Saprissa le reclaman a sus colegas de AS Puma por la supuesta pérdida de tiempo en el juego que empataron ayer a un gol en San Isidro del General: será acaso que los morados desconocen que el fútbol es un arte en sí mismo, que limita al norte y al sur con el arte de la guerra, en la que se emplean recursos no siempre para el aplauso y la algarabía, pero absolutamente válidos.

Para AS Puma un punto es aire puro y vida en abundancia en esa desmesurada lucha por mantener la categoría, y el conseguido ayer merece el aplauso y la admiración, pues se lo arrebataron al líder del torneo, el cual, además, goza de infinitos recursos si se compara con su adversario de turno.

El fútbol se vuelve interesante para verlo, analizarlo, vivirlo y escribir sobre él, precisamente, cuando se acerca a las fuentes de la estrategia, de la convicción, del coraje, de la esperanza y del desafío, pues de lo contrario serían 22 representantes del género animal tras una pelota y eso, la verdad, no tendría ninguna gracia, excepto para sus propios protagonistas.

El fútbol que recuerda a Maquiavelo, a Carl von Clausewitz, a Sun Tzu, y a Napoleón es el que cobra interés y el que explica, por ejemplo, que la Selección de Costa Rica alcanzase el octavo lugar en Brasil 2014, contra todos los pronósticos.

Es memorable el momento en que Al Pacino, en Un domingo cualquiera, desafía a sus jugadores a que luchen pulgada a pulgada para recomponer el partido que están a punto de perder.

Estrategia, estrategia, estrategia, estrategia: de eso se trata el fútbol, de eso se trata la vida. Precisamente la belleza del fútbol se superpone a muchos otros deportes porque, pese a ser un juego colectivo, termina por parecerse demasiado a la vida, no ya en grupo, sino a la de cada cual.

Cada fibra, cada sueño, cada meta se pueden pelear centímetro a centímetro, pulgada a pulgada y si, por esos azares de la vida misma, la victoria no llega, es posible que el entrenador de turno repita las palabras que una tarde les dijera Jorge Valdano a sus jugadores del Tenerife: “cuando se juega así, hay permiso para perder”.

Para lo que no hay permiso es para dudar, para dejar de ocupar ese mínimo espacio que hará que se llegue al cierre de la jugada una milésima de segundo antes que el adversario para conseguir así la ventaja.

Fútbol, estrategia y vida: sinónimos de aquello que Nietzsche llamara alguna vez: humano, demasiado humano. Cuando un equipo o un individuo deciden superponerse a las circunstancias honran aquella frase del viejo y mítico Hemingway: “Un hombre puede ser destruido, pero nunca derrotado”.

Ayer esos ecos inspiraron a AS Puma y parece que marcarán su derrotero para lo que falta de temporada: pelear cada pulgada, cada centímetro del campo, antes de que sobrevenga el pitazo final.

 

*Máster en Literatura y director de EL JORNAL, y coautor «DE LA GRAN HAZAÑA

 

 

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