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No hay vacunas para las lesiones

(LUNES 08 DE NOVIEMBRE, 2021-EL JORNAL). Pese al avance extraordinario de las ciencias y mientras los satélites de la NASA hurgan en los anillos de Saturno, todavía aquí en la tierra no se han inventado las vacunas contra las lesiones de los futbolistas.

Y por eso las lesiones de Keylor Navas y Cristian Gamboa, de última hora, no son otra cosa que un azar. La mala suerte de la Selección se interpuso de nuevo. Como se interpuso en el caso del guardameta en otras ocasiones, incluidas algunas versiones de la Copa Oro, en las que el portero del PSG tampoco pudo estar.

Lo extraño es la pasividad con que la Federación de Fútbol asume estas lesiones. Lo mínimo que debería hacer es exigirle a los jugadores que se trasladen a Costa Rica para que sean evaluados por el cuerpo médico de la Selección.

El escueto comunicado federativo del domingo, precisa que “el guardameta del Paris Saint Germain, Keylor Navas, fue reportado por su club como lesionado tras disputar un juego con su equipo por la Liga Francesa de Fútbol”.

Y da la impresión de que la cosa no va con la Federación. De que eso es asunto de otros. Lo nuestro es entrenar en el proyecto Gol y listo, parece indicar la Fedefutbol, con una displicencia absoluta.

Hay, en efecto, una resignación total en un ente federativo que ve cómo se le desgrana la mazorca cada vez que hay una convocatoria.

La versión de los clubes es incontestable, asume la Federación, y por lo tanto, lo que digan el PSG o el Bochum es palabra sagrada.

Llama la atención, sin embargo, que el Bochum reporte lesionado a Gamboa después de jugar solo 14 minutos.

Como no hay antídotos. Como no hay vacunas. Como no hay protocolos para determinar quién tiene razón, lo que digan los equipos es lo que se impone.

Por eso he venido diciendo en estas columnas, que la Selección es un volcán a punto de hacer erupción. Que no hay liderazgos en su conformación. Que el técnico Luis Fernando Suárez hace rato perdió toda autoridad. Y que si al caos administrativo del equipo se le agrega que no tiene fútbol, los hechos ‘holmestianos’ llevan a la conclusión de que noviembre no será un canto de sirena, sino que más bien puede ser una pesadilla anunciada.

La pregunta que flota en el aire es: ¿castigará todavía más el azar a la Selección con las futuras lesiones, una vez que el barco termine de hundirse?

Y ya sabemos, tristemente, que no hay vacunas ni en París ni en Renania,  para combatir las inesperadas lesiones, y que esta peste podría extenderse sin límites ni avisos.

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FxD y en EL JORNAL

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