ENTRE PAREÉNTESIS
(SAN JOSÉ, 25 DE AGOSTO, 2014-EL JORNAL). Luis Stewart Pérez nos devolvió a la niñez, en la que jugar al fútbol era una pasión total hasta el anochecer.
El fútbol era entonces la vida misma y era ilusión, fantasía, danza, creación, principio y fin de la existencia.
Nada era imposible con el balón en los pies. La magia estaba en desconocer ese imposible, aunque claro, después llegaron los racionalistas y nos dijeron que lo más importante era: “pienso y luego existo”, y nuestro talento se fue apagando y extinguiendo en esa gris bruma del cálculo y el deber, y terminamos por ser una simple pieza en ese ajedrez del fútbol.
Ayer Luis Stewart volvió a reivindicar la táctica del potrero y al minuto 21 del partido de Pérez Zeledón ante Herediano, recibió ese balón largo del guardameta Óscar McFarlane, y entonces comenzó la danza: velocidad, control, freno, taquito, amague, por aquí, no por allá, amague, finta de remate, control, amague, finta de remate, control, balón alto y a la red.
Una joya que el defensa José Garro y el guardameta Daniel Cambronero vivieron de cerca, fueron los espectadores de lujo de ese gol que seguro Luis Stewart imaginó tantas y tantas veces antes de convertirlo en una obra de arte.
Los expertos llaman hoy eso que hizo Luis Stewart inteligencia creativa. En mis tiempos era simplemente libertad e invención.
El delantero de Pérez demostró, en 30 segundos, que el arte puede sobrevivir a la mecanización y a la era del libreto táctico y racionalista.
En ese gol nos reflejamos los niños de la mejenga y el potrero, por lo tanto, Luis Stewart, su gol, es nuestro gol. Es como aquello que Mario Ruoppolo le decía a Pablo Neruda, en la novela de Antonio Skármeta: la poesía no es el del que la hace, sino del que la necesita.
La alta poesía se reconoce y distingue porque en ella no falta ni sobra una palabra. El gol de Luis Stewart se recordará porque no le faltó ni sobró un solo movimiento, sino que fue todo plenitud y luz.
El autor es director de EL JORNAL y Máster en Literatura.
—-0——-
(Se adjunta el video, tomado de la página de Everardo Herrera)