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Así entrevisté a David Yallop y publiqué en la revista de Gabriel García Márquez

José Eduardo Mora

In memoriam a David Yallop

Entrevista publicada en revista Cambio, edición 403, del 12 al 19 de marzo de 2001. Yallop aparece en la primera página, a la izquierda.

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 02 DE FEBRERO, 2019-EL JORNAL). Me he enterado, con sobrada tardanza, de la muerte de David Yallop, el hombre que puso a temblar al Vaticano con su libro, publicado en 1984, En nombre de Dios, en el que esbozaba la tesis del asesinato del Papa Albino Luciani, conocido por el mundo como Juan Pablo I, muerto el 28 de septiembre de 1978, a los 33 días de haber asumido su cargo.

El libro de Yallop, quien murió el 23 de agosto de 2018, a sus 81 años, por causa de una neumonía informó su esposa Anne, se convirtió en un superventas con numerosas ediciones, que alcanzaron la cifra de seis millones de ejemplares vendidos y en un bestsellers de The New York Times durante 15 semanas.

La primera vez que escuché de Yallop fue en 2001, cuando aún era un periodista joven, en medio de una conversación de periodistas mayores que yo, y quienes hablaban maravillas por la capacidad investigativa del británico.

Escuché la conversación con mucho interés y sin decir ni una palabra, porque de haber dicho algo habría sido un ponerme en evidencia, porque no conocía su trabajo. El día posterior a esa conversación me dirigía a la Biblioteca Carlos Monge a ver qué encontraba de Yallop. Como no encontré nada, pedía ayuda a la bibliotecóloga de turno, quien con paciencia me acompañó a revisar las fichas, por si yo había pasado algo por alto. No encontramos nada.

Cuando ya le había dado las gracias a la bibliotecóloga y me disponía a salir, ella me llamó de última hora: al parecer había un ejemplar de En nombre de Dios, publicado por la editorial Oveja Negra.

El libro fue un descubrimiento: tenía unas líneas sensacionales en el prólogo, tras las cuales ya no era posible detenerse: “Aquella noche, Luciani se sentó a cenar en el comedor de la tercera planta del palacio apostólico de la Ciudad del Vaticano. (…) Luciani consumía una cena frugal, consistente en un ligero caldo, un bistec de ternera, un plato de judías verdes y un poco de ensalada”.

Cuando llevaba más de la mitad leída, empecé a buscar información sobre Yallop en Internet, y luego de mucho navegar, di, en una de las madrugadas, con un correo del autor. Le escribí y le expresé mi admiración por la investigación hecha en En nombre de Dios y le propuse la posibilidad de hacer una entrevista para hablar sobre ese libro y de Cómo se Robaron la Copa, una amplia indagación sobre la corrupción en la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) y sobre su trayectoria.

Para mi sorpresa, Yallop estuvo anuente a que hiciéramos la entrevista, la cual resultó muy buena, no por las dotes del entrevistador, sino por el manejo, la apertura y la disposición del entrevistado.

La parte de la historia que más me interesa resaltar, aunque Yallop no sabía esta situación, es que en ese 2001 estaba desempleado, por lo tanto, tenía una entrevista maravillosa, pero no tenía dónde publicarla.

Y fue entonces cuando sucedió el cuarto azar –el primero fue la conversación de mis colegas, entre los que estaban William Vargas y Manuel Bermúdez; el segundo azar fue el libro encontrado en la biblioteca, el tercero la ubicación de Yallop–, porque navegando visité la versión web de la revista Cambio, de la que Gabriel García Márquez era el Presidente del Consejo Editorial y accionista de ella.

Le envié un correo a Mauricio Vargas, su director, en el que le contaba de la entrevista con Yallop. Se la ofrecí sin pretender un centavo. Vargas, para mi sorpresa, me respondió al día siguiente y me dijo que le interesaba muchísimo y que estaba dispuesto a publicarla con una condición: que fuera en exclusiva.

Vargas me dijo, por correo, que por una entrevista con el Premio Nobel José Saramago, publicada semanas antes en la revista, habían pagado $1000 y me ofrecía esa cifra. Para nuestro medio y en mi situación de entonces, era una verdadera locura esa cantidad.

La entrevista se publicó en la edición de Cambio número 403 del 12 al 19 de marzo de 2001, y le dedicaron tres páginas, con el título, que fue lo único que le cambiaron, de “Yo no soy periodista, soy escritor”, con un pretítulo que decía David Yallop, investigador.

Yallop me atendió a la distancia, como si yo fuera un periodista del más grande medio del mundo, y luego mantuvimos un intercambio de correos electrónicos sobre diversos temas. Cuento lo anterior solo con el fin de rendir un homenaje póstumo a un hombre que con su fama, no tenía ninguna necesidad de darme esa entrevista y solo lo hizo por su forma de ver la vida, en la que había que ayudar y colaborar con el prójimo siempre que se pudiera, accediá a concedérmela.

Ya en 2001, Yallop tenía varios libros como ¿Más allá de toda duda razonable?, que permitió la liberación de un hombre al que habían condenado a cadena perpetua y Yallop había demostrado que era inocente.

 Y en El día que cesaron todas las sonrisas reinvindica el nombre del actor de cine mudo Roscoe Arbuckle, en el que aclara un asesinato que llevaba 50 años sin resolver y que Yallop resolvió y de esa forma rehabilitó la historia de Arbukle.

Y su primer libro, Para alentar a los otros, había causado un enorme revuelo en Inglaterra y había obligado a la Cámara de los Lores a abrir el caso del asesinato de Craig/Bentley, cerrado hacía 20 años.

Yallop, con un nombre internacional a sus espaldas, gracias a sus magníficas dotes como escritor investigador, me había permitido publicar en la revista Cambio de mi admirado Gabriel García Márquez y me había dado un voto de confianza en momentos muy difíciles e inciertos. Por ese hombre elevo una oración al universo.

Nótese la firma al final de la entrevista.
Gabriel García Marquez presidía el Consejo Editorial de Cambio.

 

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