(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 6 DE AGOSTO, 2020-EL JORNAL). Como todo en el mundo, el coronavirus también condicionó la Champions de este 2020, en el que pueden saltar sorpresas como el Atalanta, el Atlético de Madrid, o la ‘bestia de todas las bestias’ como lo es el Real Madrid, que tendrá en Etijad una prueba de fuego para saber de qué material está hecho el equipo de Zinedine Zidane.
Una vez disputados los juegos pendientes de octavos de final, que comenzarán mañana con Manchester City-Real Madrid, Juventus-Lyon, y que continuará con Barcelona-Nápoles el sábado y Bayern-Chalsea, vendrán los cuartos a partido único, en una modalidad de juego en el que los errores se pagarán carísimo.
Será una competición que se parecerá más a un mundialito, pero un mundialito de verdad, y será ajena a esa tradicional brega a dos juegos, en el que los yerros se pueden enmedar en el segundo encuentro.
De ahí que una vez más los elegidos serán aquellos equipos que no solo tienen gran talento técnico, sino sobre todo los que tienen fortaleza emocional. Lo emocional es una aspecto que se ha manoseado mucho en el deporte y en el fútbol en particular, pero que tiene grandes alcances.
En “El entrenador mental”, Juan Carlos Álvarez Campillo habla de la importancia de la preparación de la mente y de cómo esta, en los momentos cumbres, es muchas veces la que termina marcando las diferencias.
El libro, que es una delicia, pone en alerta a no solo los deportistas, sino a cualquier persona que quiera alcanzar las metas que siempre ha soñado.
“Lo que puede hacer tu mente por ti aún no lo sabe ni la ciencia”. En esta frase encierra Álvarez una gran verdad. Las potencialidades de cada quien son ilimitadas en la medida en que se entrene y aspire a lo más alto.
Y lo más alto en el mundo del fútbol de equipos es la Champions. En esta vuelta ‘sui generis’ de la competición quizá no gane el conjunto que tenga más recursos futbolísticos, sino aquel que posea la mejor preparación psicológica y emocional.
Este intangible emocional es un componente esencial desde siempre, pero ha cobrado mucha relevancia conforme los torneos elevan la exigencia en cuanto a concentración en períodos cortos de compentecia.
Es la hora de los grandes. Vuelve a escena aquel viejo precepto: muchos son los llamados, pocos los escogidos. Que corra el balón de nuevo en el mejor torneo por equipos del mundo.
*Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.
