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La epidemia de la soledad

             EL PLACER DEL TEXTO

El placer del texto
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 10 DE ABRIL, 2016-EL JORNAL). En momentos en que en el mundo abundan los teléfonos celulares, las redes sociales y las posibilidades para que el ser humano se comunique, mientras en el cielo los satélites hurgan centímetro a centímetro en los misterios del universo, acá en la tierra el hombre agoniza y muere de soledad.

Lo dice un estudio serio de dos científicos que llevan más de diez años intentando entender por qué se vive actualmente una verdadera epidemia de soledad y cuáles son sus consecuencias sobre la salud.

Las conclusiones son demoledoras: la soledad es tan dañina para la salud humana como la obesidad y aumenta las posibilidades de muerte en un 26 por ciento, igual que la publicitada obesidad.

La soledad altera al cuerpo y sus efectos se notan en él sin misericordia: “Las pruebas biológicas realizadas muestran que la soledad tiene varias consecuencias físicas: se elevan los niveles de cortisol —una hormona del estrés—, se incrementa la resistencia a la circulación de la sangre y disminuyen ciertos aspectos de la inmunidad. Y los efectos dañinos de la soledad no se acaban cuando se apaga la luz: la soledad es una enfermedad que no descansa, que aumenta la frecuencia de los microdespertares durante el sueño, por lo que la persona se levanta agotada”.

¿Por qué en un mundo interconectado nos sentimos solos, se preguntan los investigadores?

Son muchas las razones, pero la ausencia de una real comunicación es una de ellas.

Y ello se da porque la gente ya no habla cara a cara, ya no se abraza, ya no se roza, porque eso no se puede hacer si su interlocutor está a 25000 kilómetros de distancia conectado a un teléfono inteligente.

Stephanie y John Cacioppo, los investigadores, concluyen que es tal el desastre de la soledad en el mundo, que esta debería de declararse de inmediato un problema de salud pública.

Soledad, no obstante, no significa vivir solo, sino que es un fenómeno mucho más profundo: es sentirse sin asideros, sin esperanzas, sin futuros, sin sueños y sin razones para salir a vencer y a imponerse en cada pulgada del hermoso, irrepetible y delicado juego que es la aventura de la vida.

soledad
El hombre moderno padece de soledad.

Casa San Gabriel

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