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Francisco I

CIUADAD Y CAMPO

José Eduardo Mora

 

(SAN JOSÉ, 13 DE MARZO DE 2013). El nuevo Papa, Jorge Mario Bergoglio,  no solo es un hincha de San Lorenzo de Almagro, sino también un buen lector de Borges, según las noticias internacionales, y es un hombre con vocación hacia los más humildes de la tierra, que, gracias a las políticas neoliberales del FMI y otros clubes de millonarios, cada día son más en este Valle de Lágrimas.

Este hombre, que es el primero en representar a la Compañía de Jesús en el Vaticano, tendrá la enorme tarea de devolverle vida a una Iglesia católica que parece distanciada del hombre de la calle, del hombre de a pie, de ese que va y viene en bus, que se sube a los trenes y que sabe mucho de los milagros cotidianos que se requieren para sobrevivir.

Albino Luciani (Juan Pablo I), el Papa que solo duró en su trono 33 días, dada su muerte abrupta, que para muchos fue un asesinato, como sostiene en su libro “En nombre de Dios”, David Yallop, era un hombre con inclinación a los más pobres y tenía como objetivo depurar a la Iglesia.

Le sucedió Juan Pablo I, el Papa polaco que, gracias a su pasado como actor, tuvo la enorme virtud de convocar y mover a las multitudes a su antojo, pero en su largo peregrinar desde la Basílica de San Pedro, debió enfrentar varios escándalos, entre ellos los de los manejos que el obispo Paul Marcinskus, conocido como El Gorila, hizo al frente del Banco del Vaticano.

Uno de los puntos más interesantes del nuevo papado, que con su nombre evoca a San Francisco de Asís, no solo será que el sucesor de Joseph Ratzinger habla español, lo que deviene un valor agregado para la promoción del idioma de Cervantes entre los jóvenes del mundo, sino que hay que observar qué hará con la relegada Teología de la Liberación, que clamaba por la interpretación del evangelio más acorde con lo que predicaba Jesucristo.

Juan Pablo II prácticamente sepultó a ese movimiento que tuvo sus raíces en América Latina, mientras que Ratzinger lo ignoró. ¿Qué hará con él Francisco I, llamado, por su mismo nombre, a levantar la voz de los más pobres y olvidados de la tierra?

 

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