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El silencio del nuevo Papa

 

Jorge Bergoglio ha sido cuestionado por su proceder durante la dictadura argentina.

Rafael A. Ugalde Quirós

rafaelangelu@yahoo.com

(SAN JOSÉ, 14 DE MARZO, 2013). Las víctimas de las anteriores dictaduras militares argentinas lo tienen presente. Muy presente. El jesuita Jorge María Bergoglio, de 76 años, tuvo la oportunidad de levantar la voz contra los crímenes de lesa humanidad en la década de los setenta  y no lo hizo.

Cuando arreció la dictadura argentina Bergoglio se mantuvo lejos de cualquier preocupación política. Muchos jesuitas formaron parte de comunidades de base e incluso denunciaban  los crímenes de los militares, pero él siempre dijo que el lugar de los sacerdotes eran las iglesias. En 1992, se convirtió en obispo auxiliar de Buenos Aires, y seis años después en jefe de la diócesis.  Juan Pablo II le hizo cardenal en 2001.

Fiel a Juan Pablo II, aboga por la humildad, el conservadurismo en materia política y sexual, así como en la supresión de cualquier  manifestación religiosa que no sea la ejercida por el Vaticano.

El Periódico del Norte de Argentina  recuerda que poco después  de la elección del nuevo Papa, como Francisco I surgieron  los tristes recuerdos  y las acusaciones de su supuesta  colaboración con los militares (1976-1983)  e  involucramiento en la desaparición de varias personas.

La agencia mundial de prensa, Reuters, escribió: «El cuestionamiento remite al secuestro de dos jesuitas detenidos clandestinamente por el gobierno de facto por hacer tareas sociales en barriadas de extrema pobreza. Según la acusación, Bergoglio les retiró la protección de su orden religiosa. Ambos párrocos sobrevivieron a un encierro de cinco meses».

 Según el diario digital español, Público.es, “Bergoglio tiene un pasado oscuro en Argentina, debido a las acusaciones que hace años se vertieron sobre él referente a supuesta  tortura y desaparición de un laico y dos sacerdotes en tiempos de la dictadura militar que comenzó en 1976. Aunque no hay una sentencia sobre el caso, cinco testimonios atestiguaron la relación del nuevo Papa con estas desapariciones”.

El periodista Horacio Verbitsky ha sido el investigador más interesado en sacar a la luz las pruebas que pudieran relacionar a Bergoglio con estos episodios de la «guerra sucia» en Argentina.

“No obstante, la relaciones de Bergoglio con la dictadura no terminaron ahí. Las Abuelas de Plaza de Mayo reclamaron ante la Justicia argentina por su implicación en el robo de bebés; concretamente, en el caso de la nieta de Alicia de la Cuadra, una de las fundadoras de aquella asociación”.

El diario peruano, La Republica, en su artículo, «Nuevo Papa: Jorge Mario Bergoglio y su silencio en la dictadura militar argentina», escribió: 

«Jorge Maio Bergoglio es el nuevo Papa, de ahora en adelante conocido como Francisco I, ante la algarabía de los católicos, sin embargo, en Argentina tiene varios críticos, sobre todo por su actitud frente a la dictadura militar”.

«…La gran crítica que se le hace es que en la dictadura militar que azotó Argentina, y en la que varios jesuitas alzaron su voz de protesta contra este régimen, por lo que fueron perseguidos, Bergoglio guardó silencio y se mantuvo alejado de cualquier tema político.

SEGUNDA OPORTUNIDAD

El hoy Francisco I  estuvo cerca de ser elegido sucesor de Juan Pablo II en 2005, o al menos fue el segundo clasificado en todas las votaciones. Ahora los cardenales le dan una segunda oportunidad.

Es el primer Papa latinoamericano, especialmente procedente de una parte del continente latinoamericano que necesita control social inmediato. En Venezuela el proceso revolucionario hace temblar a la tradicional  jerarquía eclesiástica conservadora; en Ecuador un pueblo mayormente aborigen reclama su protagonismo en la historia patria; en Argentina la voz que habían acallado los militares y las clases palaciegas surgen y piden justicia, y en Bolivia su población tradicionalmente arrinconada y olvidada redescubre su voz en el gobierno de Evo Morales.

Pero también la elección del Papa Francisco I ratifica de una vez por toda  el inmenso poder que concentra  la casta jesuita en los asuntos del Vaticano. Los Cardenales revelaron, no obstante, que es el Espíritu Santo quien elige Papa.

Periodista, abogado y notario UCR.

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