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El futbolista profesional

DESDE LA CANCHA

Marvin Solano

 

A diario recibimos solicitudes de niños y jóvenes que quieren una oportunidad para convertirse en futbolistas profesionales.

La pregunta que está detrás de todo es: ¿qué es lo que los seduce tanto?, ¿será el juego por el juego?, ¿o una posibilidad económica?, ¿el demostrar que sí tienen talento, la fama, la popularidad o quizá una mezcla de todo esto y de otros aspectos?

Ese mismo sueño lo tienen millones alrededor del mundo. Pero son muy pocos los que llegan. Podemos llamarlos privilegiados, porque pueden trabajar en lo que les gusta y además les pagan, y en muchos casos, muy bien. No todas las personas pueden trabajar en lo que soñaron de niños.

Como en cualquier actividad, hay de todo. He conocido muchachos muy serios, dispuestos a desarrollarse, a crecer en lo deportivo y en lo personal. Que sueñan, que luchan y toman el camino de una vida con calidad y de superación.

También están los otros, los que llegan con ilusión y a veces salen con desilusión, los que no se cuidan, los que no entienden ni respetan la profesión, los que se confunden y se pierden.

Para ser futbolista se necesitan unas condiciones básicas, que llamamos aptitud. Lo otro es la actitud, que tiene que ver con la familia, la educación, el entorno y con un todo integral. Las dos cosas se pueden trabajar y mejorar.

Es importante saber qué quiere ser, si un mejenguero, un jugador de canchas abiertas, recreativo o profesional. Si se decide por el profesionalismo debe entender que el entrenamiento es tan solo una parte de su trabajo. La alimentación sana, el descanso adecuado, los controles médicos, la preparación mental, la exigencia y el compromiso serán una forma de vida.

El alcohol y otras drogas no combinan con el deporte. Tampoco la farándula ni las madrugadas. En otra columna explicaremos los daños y la baja en el rendimiento por causa de los factores anteriores.

No es convertirse en un monje, pero sí entender que este bello deporte tiene responsabilidades y si no está dispuesto o no puede cumplirlas, quizás todavía estén a tiempo de cambiar de profesión.

 

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