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Clase política en picada

Rafael A Ugalde Q

rafaelangelu@gmail.com

El poder de la clases deja entrever su lado oscuro

La Presidenta Laura Chinchilla impone sus condiciones por medio de los vetos.
La Presidenta Laura Chinchilla ha sido duramente cuestionada. (Foto propiedad de El Jornal, prohibida su reproducción sin autorización).

 

 (SAN JOSÉ, 19 DE MAYO DE 2013). Un jet prestado, un personaje ligado con narcotraficantes, un matrimonio inscrito aparentemente legal y la renuncia del principal escudero de la presidenta Laura Chinchilla van más allá de un  escandalillo “moral”  reventado por el avión de la empresa  THX Energy S.A domiciliada en Colombia

No hubo un solo dirigente político y sindical del país que no sacara provecho de la “metida de escarpines” de la presidenta Chinchilla, como sí la clase política de este país fuere inmaculada en sus actuaciones dentro de la historia no oficial de este país.

Desde que los Montealegres asesinaron  al expresidente Juan Rafael Mora Porras, tras la derrota que este propinó a los filibusteros en 1856, la dignidad de quienes han ejercido el poder viene  averiada. Es una patología, con ligeras excepciones,  que tomó cuerpo a partir del fraude contra quienes rechazaron el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y se asentó en los principales poderes quién sabe hasta cuándo.

Desde ese momento. las principales cabezas del Partido Liberación Nacional (PLN), importantes empresarios “independientes” y representantes “democráticos” de la llamada “oposición”, entendieron a la perfección que la venta de un país puede realizarse “legalmente”, sin mayores aspavientos y fenomenales réditos.

Estos negocios privados, por su propia dialéctica exigen cierta apariencia de legalidad, supuesta “astucia” y hasta una precisa retórica que haga creer a los gobernados que el interés del pueblo va implícito en cada venta de servicios e infraestructura  hecha.

Solo con esta estrategia, me había dicho meses atrás un importante empresario y político con quien me reuní en el ejercicio de la abogacía,  logrará el país estar entre la naciones más desarrolladas del mundo, con igualdad, trabajo para todos y otros montón de giros.

Con el TLC se consolidó una política que desde hace treinta años sacó del diccionario elemental valores como “dignidad”, ”soberanía”, “bien común”, ”estado social de derecho” y acogió conceptos de novedosos de los teóricos neoliberales como  “eficiencia” y “competitividad”, máxime si de por medio hay  un billete verde o euros.

La misma presidenta Chinchilla reconoció que el viaje a Perú en este jet prestado tuvo como fin asistir a la boda de un hijo de su vicepresidente y empresario Luis Liberman y no era el único. La Constitución Política exige comunicación anticipada del presidente   a la Asamblea Legislativa para salir del país.

En el pasado viajaron en  medios privados mandatarios como Óscar Arias y Abel Pacheco, lo que quiere decir que es una costumbre de vieja data.

El analista Francisco Barahona, en declaraciones al noticiero Hoy, de la cadena Repretel, expresó una noche de estas no solo su disgusto  por la caída libre que sufre el gobierno de Chinchilla, sino que dijo que como costarricense se siente avergonzado.

Con razón o sin ella, la verdad es que los principales diarios del mundo, así como cadenas de televisión extranjera, por casi dos días tuvieron en “alzada”  por  la Costa Rica no oficial, sino  la real,  la cotidiana.

La cadena  Caracol (Colombia) la CNN en español (Estados Unidos), etc., dieron a conocer la Costa Rica que palpa a diario el trabajador informal, la mujer que le ofrecieron trabajo con el TLC y hoy es una puta rentable, a la ama de casa que ya no puede estirar su salario y al estudiante que le ofrecieron beca y cada vez que intenta retirar este estipendio le recuerdan subliminalmente que la indignidad vale más que un reclamo juicioso.

Para otros, como el legislador del Frente Amplio, José Villalta, Chinchilla debió de renunciar frente a este gravísimo asunto, en tanto el  presidente del PLN, Bernal Jiménez – ante la cercanía de la campara preelectoral de Jhonny Araya-, marcó la distancia con el gobierno de la actual presidenta.

Para otros más realistas, este dúo inseparable  que últimamente  existe  entre  dirigentes políticos y negocios, la mandataria hizo lo correcto,  al aceptar la renuncia de   Mauricio Borachi, hombre fuerte de la detestada policía política, Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS), así como de Irene Pacheco, asistente personal  de Chinchilla.

Antes había partido por la puerta del fondo el escudero de la gobernante y Ministro de la presidencia; Francisco Chacón, quien dijo había sido engañado, en relación con el jet prestado.

Políticamente el actuar de la presidenta, respecto a los funcionarios enviados a casa, es lo correcto  para aplacar las críticas a que está sometida,  aunque a muchos disguste. La otra opción es la que plantearon algunos ilusos y aficionados a la política en grandes ligas, cuando  pidieron la renuncia de la gobernante.

Sí hipotéticamente ello sucediera ¿significará acaso que la clase gobernante devolvería los 23.000 millones que sacaron de nuestras bolsas para la llamada  trocha? ¿Devolverían el dinero pagado de más por la privatización del aeropuerto Juan Santamaría? Si el vicepresidenta Alfio Piva o Luis Liberman asumieran el cargo que dejaría Chinchilla ¿terminaría la privatización de calles, terminales portuarias, telecomunicaciones,, producción de electricidad, la seguridad social?, etc.

El precepto “dignidad” es quizá el principal componente de la ciencia política en su aplicación práctica, cuando él se pierde, generalmente,  toma su lugar el descaro, la mentira, la imprudencia  y los negocios a cómo haya lugar, sí es el caso matando hasta la madre que los parió, a fin de maximizar la ganancia.

 

Periodista, abogado y notario UCR

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